Para todos los amigos que aún no lo sepan he abandonado este blog y he abierto otro. Ahora me encuentro en Accés a Maians, lugar en el cual voy colgando las nuevas entradas y donde me gustaría encontraros a todos.

divendres, 29 d’octubre del 2010

MI WIKIDUDA

A priori aplaudí la existencia de Wikileaks. Me pareció una contribución a la claridad informativa. Siempre es bueno, me dije, que la verdad largamente censurada, salga a la luz, por dura y desagradable que sea.

Pero las dudas aparecieron pronto. Primero, porque naturalmente filtraciones han existido siempre, y generalmente por motivos perversos. Segundo, porque la exigencia de verdad debe ser aplicada al momento presente, no solamente a lo que ocurrió diez años atrás. Y parece que nos hemos conformado en saber las cosas con tanto tiempo de retraso, y que asumimos que mientras tanto nos siguen engañando.

Por eso, tras un fin de semana intenso (el pasado), mi duda se ha convertido en la Wikiduda de muchos. Agradecería que, quien quisiese, me diese su opinión.
¿Es Wikileaks un intento generoso de destapar aspectos oscuros de nuestra historia reciente y restablecer, de esta forma, la verdad?


¿O es Wikileaks un intento perverso, oscuro y turbio de continuar envenenando las relaciones entre civilizaciones para favorecer el odio necesario que posibilite que no se detenga la guerra-gran negocio?

dimecres, 27 d’octubre del 2010

ACEITUNEROS ALTIVOS

(Esta es una entrada original publicada por mí en el blog Grito de Lobos)

En Grito de lobos no se prodiga mucho la poesía. Y mira que tenemos importantes muestras de poesía social. Pensamos inmediatamente en la gran poesía social de la posguerra española, con voces personalísimas y con algunos logros notables (aunque también es cierto, como recordó cierto crítico, que no son lo mismo las buenas intenciones que la buena poesía). Pero antes de llegar a esas voces (Celaya, Blas de Otero, Ángela Figuera, José Hierro o algún otro de las generaciones posteriores) tenemos, en lengua castellana, otros dos excelsos ejemplos: Rafael Alberti y Miguel Hernández. De este último quiero hablar, porque el día 30 de este mes se cumplen 100 años de su nacimiento.

No glosaré su significación. Me limitaré a traer un poema, "Andaluces de Jaén", que resulta ejemplar por varios motivos. Lo ilustro con la versión musical de Paco Ibáñez, en una actuación en el Palau de la Música de Barcelona que resulta, como mínimo, emocionante.

Sólo persiste una pregunta, seguramente sin importancia. ¿Por qué motivo eliminó el gran Paco Ibáñez los versos más radicales del poema de Miguel Hernández? ¿Por qué eliminó toda referencia al terrateniente que "os sepultó en la pobreza", "os pisoteó la frente" y "os redujo la cabeza"? ¿Fue por una cuestión estilística o hubo algún otro motivo?

Sea por lo que fuere, disfrutad de un poema y de unas ideas extraordinarias, de una rabia necesaria, y de una voz tan personal como la de Paco Ibáñez. Es edificante detenerse también en los gritos que nos precedieron.

Andaluces de Jaén,
aceituneros altivos,
decidme en el alma: ¿quién,
quién levantó los olivos?

No los levantó la nada,
ni el dinero, ni el señor,
sino la tierra callada,
el trabajo y el sudor.

Unidos al agua pura
y a los planetas unidos,
los tres dieron la hermosura
de los troncos retorcidos.

Levántate, olivo cano,
dijeron al pie del viento.
Y el olivo alzó una mano
poderosa de cimiento.

Andaluces de Jaén,
aceituneros altivos,
decidme en el alma: ¿quién
amamantó los olivos?

Vuestra sangre, vuestra vida,
no la del explotador
que se enriqueció en la herida
generosa del sudor.

No la del terrateniente
que os sepultó en la pobreza,
que os pisoteó la frente,
que os redujo la cabeza.

Árboles que vuestro afán
consagró al centro del día
eran principio de un pan
que sólo el otro comía.

¡Cuántos siglos de aceituna,
los pies y las manos presos,
sol a sol y luna a luna,
pesan sobre vuestros huesos!

Andaluces de Jaén,
aceituneros altivos,
pregunta mi alma: ¿de quién,
de quién son estos olivos?

Jaén, levántate brava
sobre tus piedras lunares,
no vayas a ser esclava
con todos tus olivares.

Dentro de la claridad
del aceite y sus aromas,
indican tu libertad
la libertad de tus lomas.


dimarts, 26 d’octubre del 2010

MONZÓ SIN SILBAR SIBONEY

Ya estoy acostumbrado a vivir la mentira sistemática con el tema lingüístico en Catalunya. Supongo que los amigos gallegos estarán acostumbrados a lo propio en sus territorios. Y los vascos.

Como todo el mundo sabe el castellano está claramente perseguido en Catalunya. Yo mismo debo esconderme bajo el pseudónimo de EastRiver para no ver mi integridad amenazada. Lo cierto es que, aunque no se dice porque el nacionalismo no lo permite, el castellano está claramente en retroceso. La gente cada vez menos dice Adiós y cada vez más Adéu. Atropello al cual se ha llegado gracias a las multas que nuestras autoridades ponen a quien rotula en castellano. Hoy multas, mañana no nos dejarán ver Telecinco, me temo. Vivimos rodeados de fascismo lingüístico. Dicen que es para proteger el catalán. Que nadie se engañe: pretenden debilitar y hasta hacer desaparecer el castellano. Pero no hacerlo desaparecer de Catalunya sino hacerlo desaparecer de la faz de la tierra. Así de taimados son.

O las cosas son así, como en este párrafo anterior mío, o son en realidad como cuenta el gran escritor Quim Monzó en La Vanguardia hoy martes 26 de octubre de 2010. Reproduzco el artículo completo, que no es muy largo. Y, por supuesto, lo suscribo desde la primera hasta la última palabra.

Siboney, en tu boca la miel puso su dulzor
Quim Monzó

Todos esos medios de comunicación que una y otra vez ponen el grito en el cielo cuando en Catalunya se multa a las empresas que incumplen la ley de lenguas y no tienen sus rótulos como mínimo en catalán han pasado de puntillas por la noticia de que, el año pasado, la Generalitat de Catalunya multó a 94 empresas por no etiquetar en castellano. Son esos diarios, esas radios y esas cadenas de tele que generan gigantescas bolas de mierda a base de deformar la realidad, voceando que aquí se prohíbe rotular en español y que a quien no habla en catalán nos lo comemos con patatas fritas para desayunar. A la cabeza de ese alud de patrañas, el Partido Popular y su lazarillo, Ciudadanos, que, en esta ocasión, han decidido mirar hacia otro lado y silbar Siboney, que es la mejor melodía para disimular.

Pues sí: el año pasado la Generalitat multó a 94 empresas por no etiquetar en castellano y en esta ocasión la caverna no dice ni mu. Silencio absoluto. Ni una queja, ni un gemido, mucho menos un asomo de rebelión. Nada de "¡Vaya atropello!". Nada de "¡Ustedes no tienen derecho a decirme en qué lengua debo etiquetar mis productos!". Ningún grito de "¡Libertad!". ¿Por qué no repiten ahora aquello tan sobado de "Prohibido prohibir"? Leo en El País, el sábado, que Jordi Anguera, director de la Agència Catalana del Consum, explica diversas cosas respecto a esas multas. Una: "La regulación, en el caso del etiquetaje, es favorable al castellano. Hay cerca de 120 leyes estatales que obligan a etiquetar en español". Ojo al dato: ¡"120 leyes estatales que obligan a etiquetar en español"! Por mucho que aguzo el oído no oigo que nadie se rasgue las vestiduras, ni que aúllen en Intereconomía. Otra cosa que explica Anguera: "Las indicaciones obligatorias del etiquetado deberán figurar, al menos, en castellano, lengua española oficial del Estado". ¿Dónde están ahora las acusaciones de nazis, por seguir la ley? Escasamente críticos con el nazismo –y su versión cheli, el franquismo–, a la mínima llaman nazi a cualquiera que no piense como ellos y, ante las multas que los de la Generalitat imponen por no etiquetar en castellano, se callan y esta vez no los llaman nazis. ¿Qué pasa? Explica también El País que la Generalitat "multó a la multinacional del mueble Ikea con 8.000 euros por varias deficiencias en la información al consumidor; entre otras, no disponía del etiquetaje en castellano". Si las multas hubiesen sido por no etiquetar en catalán, ya habría ahora mismo dos nutridas manifestaciones de catorce o quince personas: una frente a Ikea Montigalà y la otra frente a Ikea L'Hospitalet –con Albert Rivera y Sánchez Camacho a la cabeza, respectivamente–, pidiendo que no se multe a nadie y exigiendo que de una vez por todas acabe esta terrible dictadura nacionalsocialista catalana.

diumenge, 24 d’octubre del 2010

EL MUNDO SEGÚN PASCUAL MORANT

El mundo de Pascual Morant (a propósito de la exposición "Obertura") está compuesto de fragmentos que carecen de límites. Seguramente Pascual Morant ha decidido derribarlos y experimentar las aperturas que esperan más allá de la materia. Pero esos fragmentos sin límites son, en realidad, aproximaciones nítidas en su propia paradoja, instantes teñidos con colores que pueden respirarse, pequeñas constelaciones amables que prometen otros mundos. Si a alguien le parece confuso, sólo cabe aducir que confuso es también el mundo cuando se mira con ojos sorprendidos. Si a alguien le produce vértigo, sólo cabe recordar que todo conocimiento lo propicia. Y finalmente, si a alguien le da miedo asomarse a estas alturas abisales recordarle que la ausencia de materia, es decir, el espíritu desnudo, suele producir generalmente tales efectos.


"Obertura" es una colección formada por veintiún cuadros, de 2006 y 2007, en resina de poliéster, que en estos días ha sido exhibida en uno de los bloques del emblemático Hospital de San Pablo de Barcelona. Os dejo unas muestras dispersas pero representativas. Y os confieso que pasar del Jordi procaz y sorprendente al Jordi pintor (y experimentador) supuso una sorpresa de primer orden. No es forzoso recordarle aquí, por amigo y compañero, sino que es necesario según los evangelios de la religión del arte, aunque a veces nos produzca zozobras semejantes (por las cuales, obviamente, no vamos a perdonarle nunca). Los colores son una orquesta y él sabe ponerlos en su sitio justo.


(Yo sólo puedo pedir disculpas por la mala calidad de las fotografías. Hice lo que pude... Mis pobres fotografías son un pálido reflejo de una propuesta radical y muy libre)

dijous, 21 d’octubre del 2010

PETICIONES DE NULIDAD Y LA NULIDAD DE UN GOBIERNO (A PROPÓSITO DE MIGUEL HERNÁNDEZ Y DEL PRESIDENT COMPANYS)

(Recientemente hablaba de los hilos que nos unen a quienes nos conocimos a partir de los blogs. No es extraño: compartimos aficiones y, muchas veces, aproximaciones ideológicas. En esta ocasión ha sido con Txema. En su blog Noeraaixo hablaba a mediados de este mes del president Companys, a quien yo también hago referencia a propósito de las peticiones de nulidad de la sentencia, peticiones que comparte con nuestro poeta. Esta bien esto: poetas y políticos republicanos, una vez más, unidos en la miseria y en el olvido institucionales. Porque Machado sigue en Collioure y el presidente Azaña en Montauban. Pero ese sería otro tema... Un abrazo para Txema, en cualquier caso.)


(Y segunda e inesperada introducción: esta entrada y las críticas a un determinado proceder del gobierno central cobran sentido más que nunca a raíz de los cambios ministeriales de ayer. En otra ocasión lo hablaremos, si os parece)
Sigo con Miguel Hernández, pero desde otro punto de vista.

El gobierno socialista, que a veces nos ha gustado y a veces nos ha sonrojado, parece empeñado en no acabar lo que empieza. De esta forma, dejando las cosas a medias, no contenta a nadie. Los fachas montan en cólera, porque por poco que hiciesen se iban a indignar igual. Y las personas con sensibilidad de izquierdas nos damos cuenta de que muchas cosas quedan apuntadas pero no acabadas, y nos molesta que nos den migajas. Ese es, creo yo, el máximo pecado socialista: no escuchar las sensibilidades de sus votantes y gente que podría ser afín, en muchas ocasiones. Las derechas sí que escuchan siempre a sus votantes, atentamente además, y los contentan completamente.

Es obvio que a Miguel Hernández lo condenaron por haber participado en la guerra. También Franco participó y nadie lo ha condenado todavía. A Hernández, claro, lo condenaron por comunista. Y muchos, empezando por su familia, han pedido reiteradamente la anulación de un proceso pervertido y sin las mínimas garantías jurídicas. Naturalmente, el PP jamás se planteó tocar una coma (aunque Aznar se fotografiara con viejos poetas comunistas cuando le interesaba). El partido socialista fue, afortunadamente, más sensible a esa cuestión. En marzo de este año consideró injusta la sentencia. ¿Fue suficiente? Para muchos sí, claro. Para otros, fue excesivo (el PP no dio su apoyo a esa decisión, y a ninguna otra de la ya por sí aguada ley de la memoria histórica). Pero para algunos, empezando por la familia, aquello no era suficiente. Para mí, por ejemplo, no lo fue. Los socialistas seguían sin contentar a nadie.
Primero porque, aunque sea con una sentencia injusta, Miguel Hernández sigue estando condenado. Y segundo, porque continuar considerando sentencia lo que, en realidad, fue un crimen de guerra, dice muy poco de este país, al que ya muchas veces ni siquiera me apetece nombrar. En realidad lo que la familia ha pedido siempre no ha sido el apaño del PSOE, no ha sido hablar de injusticias, sino lisa y llanamente anular la sentencia. ¿Tan difícil era hacer las cosas bien hechas? La familia lo sigue pidiendo pero clama en el desierto.
No es, obviamente, el único caso. El presidente de la Generalitat Republicana Lluis Companys, el único presidente elegido democráticamente fusilado por el fascismo, sigue también condenado por ser de izquierdas. El PSOE ha hecho lo mismo: tachar de injusta una sentencia que no desea anular. ¿Cómo es posible que no sea anulable un juicio sumarísimo, sin garantía ninguna y con resultado de muerte, por una cuestión ideológica? La familia de Companys ha aceptado los gestos, pocos e insuficientes, pero pide más. También el actual gobierno de la Generalitat.

Todo queda en nada. Un poco de pintura para redecorar nuestras vidas pero en el fondo qué poco se ha hecho para impartir justicia. Así estamos. Desmoralizados vivos. Con los poetas y los presidentes democráticos condenados todavía y para siempre, por el solo hecho de ser de izquierdas.

dilluns, 18 d’octubre del 2010

MIGUEL HERNÁNDEZ EN EL CORAZÓN

Al empezar este 2010 todo el mundo hablaba de Miguel Hernández con motivo del centenario de su nacimiento. Ahora, justo en este octubre (nació a finales de mes), la cosa se ha rebajado muchísimo. Yo, a principios de año, decidí homenajear de forma íntima a este poeta. Volví a leerlo (seguramente el mejor homenaje que se le puede hacer a un poeta) y leí la biografía que, precedida del escándalo, había publicado recientemente Eutimio Martín. El oficio del poeta, la biografía en cuestión, venía acompañada de las críticas por una supuesta desacralización del poeta de Orihuela. Nunca he tendido al mito, así pues puedo leer todo tipo de textos. No me cuesta nada separar la opinión del dato. Si existen los datos suficientes yo mismo puedo crearme una opinión. Así que no me molestó leer una biografía polémica porque sabía que sería capaz de obviar todo lo perverso, en caso de que lo hubiera.

Como suele suceder en la República de las Letras, había mucho de exageración. Muchísimo. La biografía, francamente recomendable, humanizaba al poeta. Era un pastor de cabras que quería cambiar de vida y jugó sus cartas. No me parece mal que la gente lo haga, siempre que no pise a nadie; no me parece mal que Miguel Hernández lo hiciera. Se creó un personaje, el del pastor cabrero, que tenía más de real que de máscara. Se buscó la vida entre las gentes que podían ayudarle en su pueblo, que casualmente eran todos unos fachas (cuatro falangistas y cuatro curas "más negros que su reputación"). Era bien sabido: Hernández comenzó siendo filofalangista. Hasta escribió un Auto Sacramental. A partir de su relación con Pablo Neruda, y otros, evolucionó hacia el comunismo.

Es sorprendente de qué manera los poetas de la época despreciaron a Hernández. Porque olía mal, por ejemplo. Porque no tenía tacto ninguno. Porque necesitaba ayuda para dejar el pueblo y no tenía empacho en pedirla. En todo ello abunda la biografía de Eutimio Martín. De ahí la polémica. Pero yo le justifico eso. Es lícito que, sin hacer daño a nadie, nos apoyemos en aquello que puede ayudarnos.

Pero Hernández no fue un aprovechado. Fue, primero, un grandísimo poeta. Y fue luego, y la biografía lo relata en tonos extraordinarios, un hombre íntegro y un hombre bueno. Ya en la cárcel, preso también de la enfermedad que lo llevaría a la muerte, fueron a verlo sus antiguos amigos falangistas. Alguno era ministro de Franco. Todos sabían que Hernández el comunista, Hernández el soldado (el único poeta que luchó en las trincheras), el autor de Viento del Pueblo, de El hombre acecha y de Cancionero y romancero de ausencias, jamás iba a rendirse, jamás iba a afiliarse al Movimiento. Como sabían que diría que no, ni siquiera se lo pidieron. Pero sí le pidieron que publicase en sus revistas. Así podrían ayudarlo. Que publicase en sus revistas iba a significar su docilidad, su acercamiento de alguna manera.
Hernández supo, seguro que supo, que publicar ahí, en la pestilente prensa de la dictadura, iba a ayudarlo. Pero también sabía que ninguno de sus libros de lucha iba a tener sentido a partir de entonces. Miguel Hernández eligió su obra. Eligió su coherencia íntima. Eligió el camino del corazón. Y dijo no.

Por eso, por su valentía, por su sinceridad, por su sensibilidad de poeta cuidadoso, nosotros en este octubre, le llevamos todos en el corazón.


(En la próxima entrada seguiré hablando de Miguel Hernández, pero desde otra perspectiva)

dijous, 14 d’octubre del 2010

LA VENTANA DE AMSTERDAM

(Prometo, aunque pueda parecerlo, que este tema no me lo inspiró Fátima con su entrada reciente. Quedé estupefacto cuando la leí, porque yo acababa de redactar esta. Suelo redactarlas y dejarlas en la nevera, esperando en forma de borrador el momento justo para corregirlas, ilustrarlas y sacarlas. La entrada de Fátima me confirmó que estamos unidos por un hilo invisible. Por mucho que sepa eso desde hace tiempo, jamás dejará de sorprenderme. Aprovecho, eso sí, para llevaros a su blog, tranquilo, íntimo, elegante, personal. Un beso, Fátima. Y que siga la telepatía.)

Hace algunos años estuve en Amsterdam. No voy a contar ahora el viaje, no voy a traer postales. Pero sí que deseo explicar una impresión de aquellos días.

Hubo mucho. Las bicicletas, por ejemplo. En aquellos años en las ciudades españolas no habíamos asistido al impulso descomunal de la bicicleta como medio de transporte. Ahora no me sorprendería; en aquellos días, la falta de costumbre me dejó boquiabierto. Jamás había visto tantas bicicletas juntas.
Luego me sorprendieron los coffee-shops, donde una abuelita encantadora entró a buscar sus madalenas de maría para compartir con las amigas. Me sorprendió también que pudieras comprar costo a la carta: hachís de diferentes denominaciones de origen, como el vino.

También el barrio rojo, con las putas en los escaparates, espatarradas con el parrús asomando bajo las minúsculas braguitas. No es mi intención ahora hacer una valoración moral. Sólo digo que me sorprendió. Como me sorprendieron las actitudes respetuosas que todavía no habían llegado aquí: ahora en Barcelona las parejas de gays y lesbianas pasean cogidos de la mano y no pasa nada. En aquellos años recuerdo que no estábamos tan acostumbrados y ver una pareja de abuelitas lésbicas en el Vondelpark, tiernamente de la mano, me gustó muchísimo. No en vano en Amsterdam existe el Homomonument, el monumento a los homosexuales.

También en Amsterdam vi, por primera vez, una iglesia convertida en museo. Cuando quise visitar la Catedral me avisaron de que hoy ya es una pinacoteca y que no está abierta al culto. De hecho, qué poco culto hay en Amsterdam y qué tranquilos viven...

Me sorprendió, cómo no, el silencio, esa manera de hablar que tienen, silenciosa y discreta. Me sorprendió el silencio de las calles, de los mercados, de los entornos. El sur es vocinglero y, a veces, faltón.
Todo ello me impactó porque era inusual en Barcelona. Hoy ya no. Culto, cada vez menos. Gays, cada vez más. Lo mismo que las bicicletas. El ruido sigue más o menos igual, aunque seguramente hay más. Siguen sin estar las putas en un escaparate y sigue siendo ilegal fumar droga en locales públicos.

Pero de Amsterdam me sorprendió otra cosa que no creo que llegue a la Península. Yo había visto que no había casi cortinas. Pasabas por la calle y con tan solo mirar dentro de los grandes ventanales de los pisos bajos veías a la familia comiendo, charlando, mirando la televisión. Nadie se escondía, porque seguramente nadie se sentía observado.

Teníamos el hotel en la zona del parque. Era finales de julio. Estaba en el hotel, fumando, asomado a mi ventana, mirando a la calle. Entonces vi, enfrente, una familia que cargaba el coche y se iba, presumiblemente de vacaciones. Cerraban su casa. Las luces. Y se marchaban dejando su casa protegida sólo por los cristales.

Porque las ventanas de Amsterdam no sólo no tenían cortina, sino que además las ventanas de los pisos bajos no tenían rejas. La familia que se marchaba apagaba las luces y se iba, seguramente de vacaciones, todo el mes de agosto. Dejaba su casa cerrada pero a la vista de todo el mundo. Yo, que provenía de una sociedad en la cual si me ausentaba una semana debía pedir a la vecina que me vaciara el buzón para que los cacos no vieran que el piso estaba cerrado, me sentí inmediatamente fascinado. ¿Cómo no fascinarme por un norte que respeta, que no cotillea, que no violenta, que no roba? Eso es lo que vi. Un ladrón, de una pedrada, hubiera podido entrar directamente a su salón. Pero la familia, a juzgar por su tranquilidad, parecía no barajar esa posibilidad.

Y hoy se me ha ocurrido mirar por ese juguete divertido que es Google maps, preguntándome si los vecinos que se fueron de vacaciones han puesto rejas en sus ventanas. No, todavía no. Alguno, por lo que observo, ha puesto cortinas, señal de que algo está cambiando lentamente. Pero rejas en los pisos bajos no, solamente en los sótanos como ya había entonces.

Por eso me fascinó el norte. Y frente al sur, orgulloso y acrítico, reivindico una sociedad segura, madura y respetuosa. Mira que me gusta el sur, a rabiar incluso. Pero yo, qué queréis, aspiro al norte.

dimarts, 12 d’octubre del 2010

LA GUERRA DEL MÓN I EL NOSTRE DESENCÍS

dissabte, 9 d’octubre del 2010

DESDE POLONIA

El blog se mueve (o lo intenta) por espacios de respeto y de compromiso. Muchos son los temas, desde lo más biográfico, porque también se nutre de la memoria, hasta lo más ideológico, pasando por lo literario o lo artístico en general. El humor, la risa sarcástica, correctiva, catártica, o la más ligera, la irónica, suele quedar fuera. Mal hecho. Me acuerdo de "Sábado cine" de Ciberculturalia o de la "Risoterapia" de Kabila . Hoy les emulo trayendo unos vídeos de un programa de la tele pública catalana que también probó suerte en todo el Estado y se estrelló inmisericorde.

A los catalanes nos llaman polacos y dicen de nosotros que tenemos poco sentido del humor. Yo creo que tenemos un sentido del humor diferente al de otros lugares peninsulares. Supongo que lo que necesitamos es reírnos más de nosotros mismos (ese es el truco, y la verdadera asignatura pendiente). Como nos llaman polacos, el programa al cual me refiero se llama Polònia y resulta un semanario político muy agudo y cáustico en ocasiones. Recuerdo momentos memorables. Algunos lejanos, como la parodia de Rita Barberà con voz de bajo grave poniéndose un traductor simultáneo porque ella no entiende el catalán, habida cuenta de que se trata de otro idioma totalmente diferenciado del valenciano, a pesar de que para traducir Bon dia uno tenga que decir Bon dia, o para traducir Puc fer-li una pregunta? uno opte por el Puc fer-li una pregunta? Y otros momentos recientes, de esta misma semana, cuando a la líder del PP catalán la sometían a una prueba sus jefes de Madrid (Mariano y Aguirre) para ver si podían juzgarla válida (la pobre Sánchez Camacho, amiga de los toreros y enemiga de los gitanos rumanos, debía decidir si salvar o condenar a un sujeto que reunía ambas características, un torero rumano. Lo defendía por torero, evidentemente, lo condenaba por rumano; dudaba horriblemente ante la mirada divertida de Esperanza, e incapaz de solucionar su dilema acababa tirándose por la ventana de Génova).

La burla a Francisco Franco ha sido continua desde que el programa empezó hace unos años. Aquí un ejemplo.

Polònia se ha atrevido a decir cosas de la monarquía que no se dicen en otros medios. Naturalmente son detalles, quisicosas, aspectos frivolones. Probablemente no se atreven a más, que ya sabemos que existen cosas intocables.

La parodia del papa Ratzinger me parece divertidísima y algunos medios conservadores catalanes se han quejado. El Ratzinger de Polònia es agresivo, tiene mal carácter, responde a golpes a cualquier crítica o error ajeno, y tras su mirada pícara se adivina un impostor que pregona lo que no hace.

Desde el año pasado se parodia también el impagable El gato al agua de Intereconomía. En el siguiente vídeo vemos a Eduardo García Serrano, el sujeto que llamó zorra a la consejera catalana de Sanidad por recomendar una web de educación sexual, que no puede evitar el uso de su epíteto preferido aplicado a las circunstancias más diversas.

dijous, 7 d’octubre del 2010

RESPETO Y GENEROSIDAD

(Al principio de mi vida (b)lógica escribía en catalán, pero la gran cantidad de amigos de lengua española que se fueron sumando hizo que redactara paulatinamente en castellano. Ningún problema: yo sí puedo decir que soy bilingüe (o lo más parecido posible a esa etiqueta ideal). Ahora el catalán, en el blog, ha quedado reducido a entradas ocasionales. Y cuando me apunté a esta convocatoria, un amigo señaló que si de verdad hablábamos de convivencia (y respeto, por tanto) se debía entender y respetar que yo la escribiera en mi idioma materno. Algo así, dijo. Creo que tiene razón. Pobre será la convivencia europea si no somos todos capaces de respetar las otras realidades lingüísticas. Debajo, está traducido al castellano)
Perdre’s en un diccionari etimològic pot ser quelcom molt divertit. No en sóc pas un expert, ni de bon tros, així que si hi ha alguna errada en la meva dissertació, demano disculpes.

L’origen de les paraules és, sovint, una metàfora sobre el seu significat actual. Quan vaig saber que l’origen de la paraula treball era tripalium vaig pensar que un humorista actual no hagués gosat a dir-la tan grossa. Perquè el tripalium era una estructura formada per tres pals on s’hi lligaven els esclaus per tal d’atonyinar-los. És la nostra creu la feina, vaja (que duem gustosament els qui en tenim, afegeixo abans de que algú em digui un cop més que sóc molt afortunat).

Tanmateix l’etimologia de la paraula company, segurament coneguda per alguns, és de les curioses. Ve de cum panis, quelcom semblant a menjar-se el pa amb. Compartir el pa, per tant. Una bonica forma de veure-ho.

La paraula conviure, que és la que ens interessa ara, significa planerament viure amb (i fer-ho bé, afegeixo). Aquesta paraula, en origen, implicava alhora una referència a la taula, a l’àpat, al fet d’alimentar-se. Pels romans conviure significava, doncs, compartir taula, ser company. Alhora conviure tenia un significat semblant a convidar. Conviure i convidar varen ser gairebé sinònimes durant molt de temps. No es podia conviure sense convidar. No hi havia, doncs, convivència sense generositat. Ni sense respecte.

Segurament aquesta afirmació segueix sent vàlida. Encara més quan parlem d’altres cultures, que és el que jo he sentit que bullia en el rerefons del tema proposat. Convivència = respecte + generositat.

Anem més lluny, però. Quan convidem algú (un amic, un familiar, potser un conegut) fem un esforç per tal que el convit estigui a l’alçada. No som generosos amb les engrunes; ho som amb el millor de casa nostra. Cal que sigui així. Per bé que qui seu a la nostra taula ha de valorar allò que rep i adaptar-se als nostres temps i costums. Quan el convit ocasional ha esdevingut temporal, quan el convidat s’ha convertit en un més de casa, tot plegat segueix sent vàlid. I tots han d’acceptar amb gust les diferències.

Quan parlem de convivència amb nouvinguts d’altres països acostumem a queixar-nos del seu insuficient esforç d’adaptació, de què fan la seva, de què no accepten les nostres normes. Pot ser que sigui cert. La qual cosa és un error, doncs la seva obligació és adaptar-se. Només conviurem bé si tothom s’esforça. Per què, però, enlloc de queixar-nos sempre, si bé puguem tenir raó de vegades, no fem autocrítica més sovint per tal de veure si realment estem a l’alçada? És possible que acabem descobrint que hem d’arreglar la casa dels nostres principis per tal de poder exigir els altres la coherència que nosaltres no sempre tenim.
Perderse por un diccionario etimológico es algo tan divertido que lo aconsejo a todos. Desde luego no soy un experto, ni mucho menos, así que si deslizo algún error de detalle, pido disculpas.

A veces el mismo origen de las palabras es una metáfora sobre su significado actual. Cuando supe que trabajo venia de
tripalium pensé que un humorista actual no lo hubiera hecho mejor. Porque el tripalium era una estructura formada por tres palos donde se ataba a los esclavos para azotarlos. Vamos, que es nuestra cruz (que llevamos gustosos quienes lo tenemos, apunto antes de que alguien me salte diciéndome lo afortunado que soy).

De la misma forma la etimología de compañero, como sabrán algunos, es de las curiosas. Viene de
cum panis, algo así como comer el pan con. Compartir el pan, en síntesis. Bonita forma de verlo.

La palabra convivir, que es la que nos interesa, significa llanamente vivir con (y hacerlo bien, añado). Esta palabra, originariamente, implicaba también una referencia a la mesa, a la comida, al hecho de recibir alimentos. Para los romanos convivir implicaba compartir mesa, ser compañeros por tanto. Es por eso que convivir coincidía en significado originario con una palabra que se ha especializado en obsequiar en la mesa: convidar. De hecho, convivir y convidar fueron prácticamente sinónimas durante mucho tiempo. A nadie se le ocurría que se pudiera convivir bien si alguien no era capaz de convidar generosamente. No era posible la convivencia sin la generosidad. Ni sin respeto mutuo.

Seguramente, esta aseveración sigue siendo válida. Más aún cuando hablamos de otras culturas, que es lo que yo he sentido que latía en el fondo de este tema. Convivencia = respeto + generosidad.

Pero vayamos más lejos. Cuando convidamos a alguien (un amigo, un familiar, un conocido) nos esforzamos para que el convite esté a la altura. No somos generosos con las migajas sino con lo mejor de nuestra casa. Es honorable que así sea. Recíprocamente, quien se sienta en nuestra mesa debe valorar lo que le damos y acceder respetuoso a nuestros gustos. Cuando el convite ocasional ha tomado un cariz temporal, cuando el invitado se ha convertido en uno más de la casa, todo ello sigue siendo válido. Y todos deben aceptar de buen grado las diferencias.

Siempre que hablamos de convivencia con personas recién llegadas a nuestro país solemos quejarnos de su poco esfuerzo de adaptación, de que van a la suya, de que no aceptan nuestras normas. Probablemente sea cierto. Lo cual es un error, pues su obligación es adaptarse. Sólo conviviremos bien si todos nos esforzamos. Pero, ¿por qué en lugar de quejarnos siempre, aunque tengamos razón a veces, no ejercemos más a menudo la autocrítica y tratamos de ver si tampoco nosotros estamos a la altura? Probablemente descubriremos que debemos arreglar primero la casa de nuestros principios para poder exigir a los demás la coherencia que no siempre tenemos.

(Las imágenes están tomadas de internet. Si alguien me informa que alguna está, de algún modo, protegida, la suprimiré inmediatamente)

diumenge, 3 d’octubre del 2010

IMPRESIONES Y POSTALES: VERANO 2010 (y II)

En una entrada anterior y reciente traje seis postales de mi reciente viaje a Grecia. Lo dejé inacabado. Corté al principio del crucero que nos llevó, en primer lugar, a Estambul, la antigua y mítica Constantinopla. Luego nos movimos (o nos movieron) por muchos y variados sitios, pero solamente hablo de algunos. Aquí, pues, las seis últimas postales.
Séptima postal: Estambul. Fascinante y ya muy mía. Hay ciudades que te gustan, que te fascinan, que te atrapan. En algunas de ellas, además, te reconoces. Es muy difícil de explicar. A mí, de momento, me ha ocurrido solamente en dos lugares: Roma y Estambul. Luego me han gustado a rabiar otras ciudades. Pero la sensación de la que hablo es otra cosa. Cuando estuve en Estambul me di cuenta, sorprendido, de que tenía la extraña sensación de haber estado ya allí.
Postal ocho: Mykonos. Hermosa isla, mágica, pero tan turística... Yo imagino que si a uno le gusta bañarse en el mar tiene más alternativas en Mykonos (porque el agua es clara como no la he visto yo en ninguna otra parte). Si la playa no va con uno Mykonos ofrece menos, aparte del sosiego y las callejas típicas (y de la llamada pequeña Venecia, o de los molinos).
Postal nueve: Éfeso. Otro lugar fascinante. El barco te deja en Kusadasi, Turquía, y un autocar te acerca a las ruinas de Éfeso, sorprendentemente bien conservadas. Efeso fue una ciudad con sus calles, sus templos, su imponente biblioteca y su teatro. La postal de arriba es de la biblioteca de Celso.
Postal diez: Santorini. Me dan rabia los lugares muy concurridos porque a veces un lugar menos popular te fascina más. Pero en el caso de Santorini no me queda otro remedio que dar la razón a la inmensa mayoría. Llegar por mar y ver las rocas volcánicas escarpadas con los pueblecitos en lo alto es impactante absolutamente. El paisaje de Santorini te sobrecoje. Una de las teorías dice que fue Santorini, hundida en el mar por la explosión volcánica, el lugar que los antiguos identificaron como el continente hundido de la Atlántida. El barco no puede amarrar en el muelle. Se queda flotando, llevado por las aguas, y unas barcas temibles vienen a buscarte. Luego queda la subida: o en esas cestas colgantes que odio (creo que los atrevidos las llaman funiculares), o en burro, o a pata. Yo, a pata. Jamás me cansé tanto. A las cinco de la tarde en todos los relojes griegos, con un sol de justicia, servidor y una botella de agua nos encaramamos entre burros a lo alto de la isla. Llegué exhausto pero feliz (con una pareja madrileña que conocimos en el barco). Y arriba las vistas son impresionantes. No es un tópico: lo son.
Postal once: Milano. A la vuelta de Grecia y tras el paso por los pueblos decidimos escaparnos a Milano cuatro días. La conocía pero nunca está de más. No tiene la magia de Roma, ni es tan bonita como Florencia, pero tampoco es esa ciudad horrible que pintan algunos. Milano es elegante, lujosa, un poco pija, pero es enormemente agradable para pasear. Y luego tiene el Duomo, que es una maravilla.
Postal doce: Verona. Y ya que estábamos en Milán no costaba nada acercarse a Verona, la ciudad de los enamorados. Pequeña, íntima, medieval. Muchos romeos y julietas de cartón piedra, pero luego cosas genuinas al itálico modo: los puentes, la Arena, las plazas, ese espíritu indescriptible.

Y ahora sí que fin. Seguiré comentando impresiones y trayendo postales, pero tendrá que ser de futuras escapadas. De momento se ha impuesto el otoño-invierno y la cosa tiene pinta de ir para largo.

dissabte, 2 d’octubre del 2010

CONVIVIR ES EL OBJETIVO

Cientos de blogs (casi 300) se han unido para dedicar una entrada al tema de la Convivencia el próximo viernes 8 de octubre. Puede ser interesante participar en un proyecto de estas características. Además el tema puede dar lugar a propuestas interesantes. Para informarse, pueden leerse las siguientes entradas de los dos organizadores. Y para apuntarse, dejar un comentario en ellas. Yo ya lo hice. Son ésta y ésta.

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