ACEITUNEROS ALTIVOS
(Esta es una entrada original publicada por mí en el blog Grito de Lobos)
En Grito de lobos no se prodiga mucho la poesía. Y mira que tenemos importantes muestras de poesía social. Pensamos inmediatamente en la gran poesía social de la posguerra española, con voces personalísimas y con algunos logros notables (aunque también es cierto, como recordó cierto crítico, que no son lo mismo las buenas intenciones que la buena poesía). Pero antes de llegar a esas voces (Celaya, Blas de Otero, Ángela Figuera, José Hierro o algún otro de las generaciones posteriores) tenemos, en lengua castellana, otros dos excelsos ejemplos: Rafael Alberti y Miguel Hernández. De este último quiero hablar, porque el día 30 de este mes se cumplen 100 años de su nacimiento.
No glosaré su significación. Me limitaré a traer un poema, "Andaluces de Jaén", que resulta ejemplar por varios motivos. Lo ilustro con la versión musical de Paco Ibáñez, en una actuación en el Palau de la Música de Barcelona que resulta, como mínimo, emocionante.
Sólo persiste una pregunta, seguramente sin importancia. ¿Por qué motivo eliminó el gran Paco Ibáñez los versos más radicales del poema de Miguel Hernández? ¿Por qué eliminó toda referencia al terrateniente que "os sepultó en la pobreza", "os pisoteó la frente" y "os redujo la cabeza"? ¿Fue por una cuestión estilística o hubo algún otro motivo?
Sea por lo que fuere, disfrutad de un poema y de unas ideas extraordinarias, de una rabia necesaria, y de una voz tan personal como la de Paco Ibáñez. Es edificante detenerse también en los gritos que nos precedieron.
Andaluces de Jaén,
aceituneros altivos,
decidme en el alma: ¿quién,
quién levantó los olivos?
No los levantó la nada,
ni el dinero, ni el señor,
sino la tierra callada,
el trabajo y el sudor.
Unidos al agua pura
y a los planetas unidos,
los tres dieron la hermosura
de los troncos retorcidos.
Levántate, olivo cano,
dijeron al pie del viento.
Y el olivo alzó una mano
poderosa de cimiento.
Andaluces de Jaén,
aceituneros altivos,
decidme en el alma: ¿quién
amamantó los olivos?
Vuestra sangre, vuestra vida,
no la del explotador
que se enriqueció en la herida
generosa del sudor.
No la del terrateniente
que os sepultó en la pobreza,
que os pisoteó la frente,
que os redujo la cabeza.
Árboles que vuestro afán
consagró al centro del día
eran principio de un pan
que sólo el otro comía.
¡Cuántos siglos de aceituna,
los pies y las manos presos,
sol a sol y luna a luna,
pesan sobre vuestros huesos!
Andaluces de Jaén,
aceituneros altivos,
pregunta mi alma: ¿de quién,
de quién son estos olivos?
Jaén, levántate brava
sobre tus piedras lunares,
no vayas a ser esclava
con todos tus olivares.
Dentro de la claridad
del aceite y sus aromas,
indican tu libertad
la libertad de tus lomas.
2 comentaris:
Que poema tan actual. Se aplica perfectamente, con detalles, a una realidad de Argentina muy repetida en estos tiempos. Un abrazo.
Ojalá los aceituneros y todos los que de verdad trabajan la tierra, se levanten contra los hijos de puta que los someten. Si leyeran este poema, empezarían a arder por dentro...
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