Para todos los amigos que aún no lo sepan he abandonado este blog y he abierto otro. Ahora me encuentro en Accés a Maians, lugar en el cual voy colgando las nuevas entradas y donde me gustaría encontraros a todos.

dilluns, 28 de febrer del 2011

LA LUCHA Y LA MUERTE DE FERRER

(En una entrada anterior hablé de la llamada Setmana Tràgica de Barcelona. En ella comenzaba explicando cómo se iniciaba una guerra en Marruecos a la que eran convocados los hombres españoles pero que servía, como muchas guerras, para intentar asegurar los intereses de la minoría que llevaba la batuta. El pueblo, consciente del abuso que estaba sufriendo, convertido en carne de cañón para asegurar los intereses de una minoría, se amotinó dando lugar a lo que se conoce como Setmana Tràgica, en julio de 1909. En ella se cometieron abusos, sobre todo contra la Iglesia. Una Iglesia que había ayudado perpetuar un sistema que propiciaba todo tipo de abusos contra los más débiles.)
En manos de la Iglesia estaba la educación española. Una educación pobre, escasa y que no pretendía potenciar la crítica ni pretendía exterderse hasta alcanzar la gran mayoría de capas desfavorecidas. Las niñas prácticamente no iban al colegio, los niños iban los primeros años hasta que, en edad de trabajar, eran reclamados por las fábricas y los empresarios. Hasta entonces se limitaban a enseñarles a leer y escribir, sumar y restar, un poco de geografía, mucha religión y una moral que les llevara al sometimiento.

El gobierno no ayudaba. No existía una verdadera voluntad política para mejorar la situación de la enseñanza, ni para hacerla obligatoria hasta ciertas edades. Ni para desvincular cultura de religión. Ni para potenciar un pensamiento crítico que pudiera acabar siendo peligroso para sus intereses.

Un hombre de personalidad interesante y arrebatada, un anarquista no violento (porque en la época ser anarquista violento era prácticamente sinónimo de terrorista, y muchos anarquistas querían dejar clara su vocación pacifista) decidió hacer algo. Era pedagogo y se llamaba Francesc Ferrer i Guardia. Creo la Escuela Moderna. La primera estuvo situada en la calle Bailén de Barcelona. Luego se crearon otras sucursales. Pretendía formar niños y niñas libres a partir de técnicas pedagógicas modernas y europeas, con una educación socialmente comprometida y desvinculada totalmente de lo religioso. Pero el poder no iba a tolerarlo.
Les vino muy bien que en 1906 uno de los trabajadores de la Escuela Moderna, el bibliotecario Mateo Morral, natural de Sabadell, se decidiera por su cuenta a lanzar una bomba a Sus Majestades durante la ceremonia matrimonial de Alfonso XIII y Victoria Eugenia. Los Reyes se salvaron, pero muchas personas murieron y Ferrer i Guardia se vio fatalmente señalado. Aunque parece probado que no tuvo nada que ver con el atentado, el hecho de que un empleado suyo fuera un terrorista que había intentado un regicidio fue suficiente para colocarlo en el punto de mira.

Poco a poco Ferrer i Guardia pudo reemprender las tareas pedagógicas laicistas de la Escuela Moderna, pero las autoridades y los religiosos seguían observando cómo la amenaza que suponía Ferrer se resistía a desaparecer. Y decidieron que a la mínima iban a acabar con él.

La mínima fue la Setmana Tràgica. Parece documentalmente fuera de toda duda el hecho de que Ferrer no tuvo nada que ver con ese estallido violento en Barcelona. Barcelona, como dije, era la rosa de foc, ciudad que ya en 1893 vio prácticamente volar por los aires el emblemático Teatre del Liceu por una bombas de otro anarquista mítico, Santiago Salvador. Las autoridades quisieron aprovechar la Setmana Tràgica para acabar con el anarquismo. Necesitaban un chivo expiatorio a quien culpar. Fue Ferrer. Pedagogo, anarquista, librepensador y fundador de la Escuela Moderna. Si acababan con él, el peligro de una verdadera escuela laica desaparecía.

Lo culparon de algo que no había cometido (inspirar la revuelta), lo encarcelaron, lo juzgaron y lo mataron. De un tiro. En el Castillo de Montjuïch, emblemático escenario de la represión centralista de Barcelona.
He estado leyendo en estos días un libro extraordinario. Se trata de un informe escrito por el periodista William Archer. El revuelo internacional del caso Ferrer fue enorme. Este periodista inglés fue enviado por su revista en 1910 para que redactara un reportaje de investigación sobre el caso. Archer llegó a Barcelona en 1910 y publicó su informe ahora hace cien años, en 1911. En tanto que inglés, su punto de vista es suficientemente objetivo, ajeno a las pasiones hispanas del momento. Y su veredicto es tan limpio como cabía suponer: Ferrer no tuvo nada que ver con la orquestación de la Semana Tràgica. Sencillamente la aprovecharon para acabar con él.

La muerte y la desaparición son, a veces, la mejor forma para acabar con una disensión, al menos temporalmente. Nos queda un consuelo: el paso del tiempo, que muchas veces acaba trayendo lo que en otra época fue visto como pervesión, como amenaza, como agresión. Pero para ello las figuras precursoras son necesarias. Como Ferrer, precursor del laicismo por el cual seguimos luchando todavía.

dimarts, 22 de febrer del 2011

UNOS ME LLAMAN CHAVAL Y OTROS ME DICEN CABALLERO

Seguramente todos acabamos repitiéndonos. Lo digo porque ya puse esta canción en mi blog anterior, pero integrada en un texto sobre los Panero (y sobre sus películas, y sus poemas, y sus alucinaciones y sus abusos, y sus metáforas). En aquella ocasión, hace dos años, hablé de la historia de los Panero que hace unos meses, un buen blog pillado al azar, me recordó mientras glosaba la figura (fascinante) de Felicidad Blanc. Ya hablé de los Panero en aquella ocasión y no deseo repetirme tanto. Así que hoy recupero la canción con que cerraba aquella anterior crónica en mi blog Ramon.Eastriver.

Es una canción que no entiendo todavía por qué consigue ponerme tan triste. Es absolutamente decadente, es cierto, pero mientras que otras no surten su efecto, ésta sí. Decadente como El desencanto o sus secuelas. Curiosamente me gusta mucho esta canción, también es cierto, aunque puedo ver perfectamente esa teatralización de profundidad y marginalidad, de canutos, de alcohol, lo transgresor convertido en postura. Pero me gusta igual, a pesar del vídeo terrible, terrible. Y sin embargo le cae bien: es un vídeo absurdo para una canción absurda para una vida absurda. La de Michi, la de los Panero, la de Nacho Vegas o la de todos nosotros. Probablemente sea eso lo que me pone triste; la concepción carente de sentido de toda vida. Esa frase que se parece tanto a una maldición: "cuando esto acabe no habrá nada más, fue bastante ya".

No me considero especialmente depresivo. Tampoco veo la vida de esta forma, quien me conoce lo sabe. Quizá se trate de ese afán catártico que nos lleva a situarnos cómodamente frente a lo que nos desasosiega. El caso es que no me importa asomarme, a veces, sólo a veces, a ciertos abismos mientras estos sean meramente estéticos. Aún así, procuran en algunas ocasiones desgarros realmente serios. Todos lo sabemos.

En definitiva, lo que nos gusta es tan personal como nuestra propia cara. Y sobre todo es personal aquello que no nos gusta nada y, sin embargo, a ratos, nos gusta un poco mucho. Paradojas que es mejor asumir... En esta última categoría, la de aquello que no nos gusta y sin embargo nos gusta, cae este tema de Nacho Vegas; El hombre que casi conoció a Michi Panero. Aviso a los navegantes: es de un decadente que asusta.

dissabte, 19 de febrer del 2011

AFICIONADOS

Kabila, desde su blog esencial, llamaba la atención el otro día sobre lo que podríamos llamar la corrupción fiscal de los equipos de fútbol. Contestándole, se me ocurrió que existía, además, otra vergüenza de todos conocida. Menos profunda, menos arcana, muchísimo más tópica, por tanto mucho más ruidosa. No tiene que ver con los directivos, ni con los grandes clubes, ni con vergonzosas cantidades, sino con la actitud que exhiben muchos aficionados. Y con el hecho de que nadie parece inquieto por ese ambiente en el que se mueven muchos jóvenes. Por un lado, todos estamos teóricamente preocupados por la educación. Por el otro, exhibimos productos televisivos indignantes y climas futbolísticos indecentes. La preocupación pedagógica es, como la angustia por el hambre en el mundo, el horror por el negocio armamentístico internacional o la destrucción del planeta, como tantas otras cosas, una verdad a medias. En el fondo, a todo el mundo le importa una porra la educación de los jóvenes.
Recuerdo que ese día, cuando leí el texto de Kabila, había visto un informativo donde mostraron la actitud de unos aficionados contra el barcelonista Piqué, supuestamente relacionado con Shakira. Fueron a darle donde más dolía. Los gritos se convirtieron en cantos, y la letra del nuevo himno rezaba, a lo bruto, "Shakira es una puta". Independientemente del partido que fuera (cada dos meses hay un nuevo partido del siglo importantíiiisimo) se trataba de una muestra de machismo imperdonable. ¿Qué hacer? ¿Parar el partido? Pues, ¿por qué no?

Si fuera una excepción podría pensar que los árbitros no supieron cómo reaccionar. Pero me acuerdo de otros episodios por los que tampoco nadie protesta, al menos de forma seria. En ocasiones, al que tiene la pelota, para desanimarle, se limitan a gritarle que se muera. Una expresión que puede justificarse como mero recurso retórico. Otras resultan menos ambiguas.

En una ocasión Etoo amenazó con abandonar el partido si el público continuaba profiriendo insultos racistas. De hecho, todos los jugadores de color (o negros, no me parece nada insultante decirlo sin eufemismos) han sufrido los insultos en el campo de juego. Y todos sabemos que el jugador madridista Guti, en sus tiempos en el Real Madrid, debía escuchar los gritos que le acusaban de "maricón" de forma contundente en casi todos los partidos.

Es antipática la moda de lo políticamente correcto, es cierto. No conviene ir de estrechos, pienso, ni procurarle al lenguaje una profilaxis que no tiene la vida. Pero el extremo que comento queda muy lejos. Queda en la zona del insulto, de la mala educación, de todo aquello que una sociedad enferma exhibe sin complejos y sin voluntad de erradicación.

dimecres, 16 de febrer del 2011

EL FONTANERO

Soy algo aficionado a perderme por hemerotecas, y más ahora que resulta tan cómodo. Y, a veces, lo que nos encontramos resulta como mínimo sorprendente.

dissabte, 12 de febrer del 2011

LOCA

En mi época de Universidad tuve una profesora que todos sabíamos que estaba lo que vulgarmente se dice un poco p'allá. Nos explicaba Humanismo y Lírica renacentista y, en plena apoteosis petrarquista de Herrera, detenía el comentario y soltaba una queja, un lamento pastoril. La cosa era que la señora aspiraba a una cátedra que por perversos intereses iba a parar siempre a otras manos cuando ella la merecía más. Se había convertido casi en una figura patética que lloraba por los rincones la inquina que le tenían todos y que, en alguna ocasión en que la rabia la ahogaba, se la sacaba de encima con algún comentario de crítica, con alguna deprecación, con algún insulto elegante hacia algún compañero del departamento.
Nadie dudaba de que podía tener razón pero no entrábamos en semejantes análisis. Nos quedábamos con la parte externa: la profesora era un muñeco vapuleado por la vida y encarnaba la eterna figura del perdedor sin ninguna épica. Sonreíamos cuando la veíamos pasar musitando algo en soledad. O esperábamos en cada clase que aquel día sí, que aquel día decidiese soltar alguna perla. Las horas del bar se llenaban con la última anécdota de la loca.

Pero cierto día su salida de tono se convirtió en algo diferente. Detuvo la clase, como siempre hacía. Cambió el tono y clamó una sentencia. Nos quedamos muertos. Nadie hizo atisbo ninguno de sonreír. Porque tras su locura habíamos vislumbrado, acaso, una verdad. La verdad suprema que conocen los locos, los desengañados, los perdedores. Y eso no da risa: eso inspira respeto.

Casi como una sibila, había detenido la clase e, impostando la voz, había clamado:

- Señores, ustedes llegarán tan lejos como tragaderas tengan.

Se hizo el silencio. No osamos ni mirarnos porque la voz había tronado como inapelable. Tras un par de segundos en tensión todos respiramos y ella continuó la clase (Santa Teresa, creo). Yo, y sé que muchos de los compañeros que aquel día estábamos tomando apuntes en aquel aula, nos acordamos a veces de esa frase. Entonces, cuando me acuerdo, miro a mi alrededor. Y voy contando.

dijous, 10 de febrer del 2011

POR LOS PELOS

Se confirma que las peluquerías tienen nombres muy originales. El pelo da para mucho. Hay más: podéis confirmarlo en esta entrada de mi anterior blog.

dimarts, 8 de febrer del 2011

VERBOS

Me detengo. Miro a mi alrededor. Observo.

Vivo los coletazos de la llamada revolución de los jazmines, ahora transportada a Egipto. Hoy no he mirado todavía las noticias, no he leído nada, así de largos son algunos de mis días.

Observo, pero recuerdo. Recuerdo la reciente conversión en neomarqueses de dos personajes que me son indiferentes: un entrenador-marqués, un escritor-facha-marqués. Y comprendo por qué la monarquía me resulta tan lejana (y tan indiferente).

Espero. Espero al viernes, que Marsé publica su nueva novela. Y recuerdo, mientras espero, la frase suya que leí el sábado en Babelia.

Me sorprendo. Por mil cosas pero básicamente por las decisiones del lehendakari López. Por cierto, a ver si ahora con el nuevo partido, está a la altura. O si, como me temo, continuará jugando al juego del Partido Popular, gracias al cual come.

Y finalmente me enfado. Con millones de cosas, que enfadarse significa estar vivo. Pero, concretando, con los sindicatos y sus cosas que no puedo entender. Porque me siento comúnmente vendido, o exageradamente arrastrado.

Y recomiendo, por fin. Dos artículos de Txema, a propósito de los sindicatos.

(Esto no es un poema vanguardista pésimo. Es sencillamente una invitación a leer mi entrada que he colgado en el blog Grito de Lobos. Si la leéis, entenderéis)

Copia del artículo publicado en Grito de Lobos:

Nadie duda de la densidad de todo cuanto vivimos. No pretendo convertir esto en un diario, ni siquiera en un apunte de urgencia, pero se me permitirá que reseñe algunos de los aspectos que informativamente me/nos ocupan. Está la revolución de los jazmines que se ha extendido a Egipto, por ejemplo. Desde fuera pareciera un movimiento libertador que apoyo sin ninguna duda. Pero sirve también para darnos cuenta de lo mal que se hacen las cosas: Europa y USA defendieron durante años a los gobiernos dictatoriales de estos países porque suponían un freno al islamismo radical. Obviamente el islamismo radical me gusta tan poco como a ellos, pero ¿la mejor forma de combatirlo era apoyar esas dictaduras o dictablandas? Creo que está claro que no.

Ha sido también muy divertido observar el papel ridículo de Europa: aquí nadie habló hasta que lo hizo Obama. Luego sí, cuando tienen el permiso del jefe, todos nos llenamos la boca y decimos las cosas más altas y más claras que nadie. Pero primero tiene que hablar el jefe.

Hemos tenido en estos días también una nota graciosa, como un chiste inofensivo: la ascensión al marquesado de un entrenador de fútbol y de un escritor estupendo, aunque facha. Es como de broma, no me digáis. Yo me alegro porque con estas cosas ridículas y tontas lo monárquico se parece cada vez más a una opereta mala.

De lo mejor de estas semanas: la inminente publicación de una nueva novela de mi querido y admirado Juan Marsé: Caligrafía de los sueños. Y vuelve a lo que nos gusta de él: las aventis y el barrio de la Salud, la posguerra, los sueños convertidos en alucinaciones colectivas. Regresa al retrato genial de los personajes y a la creación de un clima gamberro y al límite. En una entrevista del sábado en Babelia reivindicaba Marsé la ficción. En ella, leí una afirmación poderosa: "A veces hay más verdad en la ficción literaria que en la realidad cotidiana. Por ejemplo, a menudo leo cosas en la prensa que no me las acabo de creer. Lo diré de otro modo: para mí, Madame Bovary es más real que doña Esperanza Aguirre". Genial la frase. Estoy de acuerdo con Marsé. De hecho, yo creo que Esperanza Aguirre ni siquiera existe.

No todo está siendo tan meridianamente claro. Tenemos, por ejemplo, al lehendakari López que es uno de esos socialistas que me desaniman y me dan mal rollo. Lo de pactar con el PP tiene delito, pero más si cabe su particular defensa del euskera, lengua que teóricamente debería ocuparle sin ambages. Ha propuesto para que forme parte del consejo asesor de la lengua vasca al impresentable y chaquetero Jon Juaristi, amigo íntimo de la susodicha Esperanza, y que tiene en su haber frases tan inmortales como "Nunca volveré a hablar vuestro ingrato euskera", "para mí es un idioma del pasado" o "si desapareciese pues, tendría un disgusto, pero tampoco muy grande". Bien lo va a defender, por lo que se ve. Bueno, una vez más los socialistas facilitándole las cosas al PP y haciendo que el bloque independentista crezca. Son unos ases.

Y lo último que deseo glosar tiene que ver con cierta polémica que está de actualidad estos días en BCN. El sindicato UGT cedió por normativa un solar que tenía en la Villa Olímpica de Barcelona para la construcción de pisos protegidos, esos pisos que luego se entregan por sorteo. Ha querido la suerte que dos de esos pisos hayan ido a parar a dos directivos del sindicato, y un tercero a la hermana del secretario general. El asunto, titulado en algún medio como Chanchullo en la UGT, no hace más que confirmarnos en el desánimo que nos invade. Para quien le interese, estas son algunas páginas que hablan detalladamente del asunto: 1, 2 y 3.

Siempre he aplaudido a quienes contribuyen, con enorme coherencia, a hacernos la vida mejor. Jamás caeré en la denigración sistemática del político o sindicalista. Hay muchos buenos. Pero esto no está reñido con mi enfado con algunos sindicatos y con la denuncia necesaria de ciertas actitudes. También en Barcelona existe una pugna entre varios sindicatos que se pelean por un metro más o un metro menos, y otros sindicatos que exigen a las arcas del estado instalaciones modernas y a todo confort. Supongo que lo sabía y que es lógico, pero recordar el otro día que las instalaciones de los sindicatos las paga el Estado me dio mal rollo: no es la mejor forma de hacerlo, no es la más limpia. El tema de la financiación de los sindicatos, del que tan poco se habla, deberá ponerse algún día sobre la mesa. O cada día los trabajadores harán menos caso de sus indicaciones.

Txema, en su blog, tiene un par de entradas que cuando las leí este fin de semana pensé que complementaban parte de lo que he querido decir yo aquí. Las enlazo porque él me dio su permiso (ésta y ésta). Su visión crítica pero constructiva me parece ese justo medio que todos necesitamos, en ese tema y en otros. Sea como fuere, feliz semana.

divendres, 4 de febrer del 2011

LA GRAN MEADA ROMANA

De entre los muchos poetas españoles maravillosos hay uno que tiene, por ritmo, mucho que ver conmigo. Siempre que lo leo me fascina su verso, la musicalidad que se percibe, el inesperado mundo que retrata, los colores que lo habitan. Se trata del inmenso Rafael Alberti.

De Alberti me gusta su poesía social, cómo no. Fue un verdadero maestro en ella. Lo social se tiñó, a menudo, de sarcasmo, de burla despiadada. Otras veces, de protesta constructiva. Pero también me gusta su poesía biográfica. Lo biográfico en Alberti está siempre mediatizado por el mito íntimo, no por el realismo intenso ni por la experiencia poetizada. Su primer libro es emblemático: Marinero en tierra. Pero ahí los tonos neopopulares dan una nueva dimensión al conjunto. En cambio en los maravillosos Retornos de lo vivo lejano se entiende más lo que digo.


Impactante me parece también su apuesta, en un momento de su vida, por la experiencia poética de vanguardia. Leer Sobre los ángeles y Cal y canto es una experiencia enormemente intensa. Qué gran poeta fue Alberti, cuántos palos supo tocar magistralmente, qué dominio en cualquier caso del verso como materia primera del andamiaje poético. Efectivamente, Alberti tiene algunos de los sonetos más bellos de la literatura española del siglo XX.
Me centro hoy en otro libro que la crítica destaca menos pero que a mí me encanta: Roma, peligro para caminantes. No sé si es por el tono desengañado, no sé si por sus juegos de hombre que está un poco de vuelta de todo, no sé si por su retrato desengañado (ese tráfico) de una ciudad que me fascina. Por lo que sea, la Roma de Alberti me parece divertida y lo suficientemente emotiva. En su periplo de hombre exiliado (siempre en compañía de su mujer, María Teresa León) acabó residiendo en Roma, quizá porque la cercanía a España se le hacía muy necesaria tras tantos años lejos.

Tiene en ese libro un poema donde habla de su pasado. Roma queda personificada y el poeta se dirige a ella pidiendo que no defraude sus anhelos de hombre acostumbrado a la despedida.

Dejé por ti mis bosques, mi perdida
arboleda, mis perros desvelados,
mis capitales años desterrados
hasta casi el invierno de la vida.

Dejé un temblor, dejé una sacudida,
un resplandor de fuegos no apagados,
dejé mi sombra en los desesperados
ojos sangrantes de la despedida.

Dejé palomas tristes junto a un río,
caballos sobre el sol de las arenas,
dejé de oler la mar, dejé de verte.

Dejé por ti todo lo que era mío.
Dame tú, Roma, a cambio de mis penas,
tanto como dejé para tenerte.

El poeta mira la ciudad con ojos sorprendidos. El bullicio de la ciudad (vivía en el Trastevere), por ejemplo, o las fuentes que huían de sus límites y formaban riachuelos por las callejas. Riachuelos sospechosos, puesto que muchos de ellos no se debían a las fuentes ornamentales sino a otro tipo de fuentes: la insana pero extendida costumbre romana de mear por las calles. Es el gran poema a la meada. Porque la poesía puede también hablar de estas cosas. Lo incluyo aquí porque, cuando toda la poesía que aparece en blogs y en los medios habla de amores y de primaveras, conviene recordar que también de meadas se alimenta el aliento poético, si se me permite la expresión. Grande Alberti. Tanto como la inmortal meada que nos legó.

Verás entre meadas y meadas,
más meadas de todas las larguras:
unas de perros, otras son de curas
y otras quizá de monjas disfrazadas.

Las verás lentas o precipitadas,
tristes o alegres, dulces, blandas, duras,
meadas de las noches más oscuras
o las más luminosas madrugadas.

Piedras felices, que quien no las mea,
si es que no tiene retención de orina,
si es que no ha muerto es que ya está expirando.

Mean las fuentes… por la luz humea
una ardiente meada cristalina…
y alzo la pata… pues me estoy meando.


(Las fotos están sacadas de internet. La primera, una hermosa calle romana, es de Josema Azcona, que tiene varias excelentes en su página de Flickr)

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