AMY
ESTA ENTRADA, A PARTIR DE LA NOTICIA DE LA MUERTE DE AMY WINEHOUSE, ES EL INICIO DEL TEXTO QUE HE PUESTO EN GRITO DE LOBOS ESTA SEMANA. SI QUERÉIS LEERLO PODÉIS IR A LA PÁGINA ORIGINAL. FELIZ VERANO A TODOS.
La vida me parece un plató de televisión.
Hace poco vi una fotografía de una cueva muy profunda. Pertenecía, creo, que a National Geographic pero no puedo confirmarlo. Sí sé que era la foto de una cueva auténtica, nunca hasta ese momento fotografiada. Se veía una enorme sala interrumpida por columnas de roca, decorada con estalactitas y con un enorme lago al fondo, perdiéndose en el infinito oscuro. A mí se me antojó falsa. Se me antojó un decorado, un plató televisivo. Las rocas me parecieron de cartón piedra, las estalactitas prefabricadas con algún tipo de gel sintético, las pequeñas piedrecitas negruzcas del suelo, porexpán oscurecido, y así todo ello un mejunje de resinas, polietilenos y policloruros. Si me fijaba bien en la foto, auténtica aunque yo no lo sabía, hasta era capaz de verle las costuras al decorado. Acabó por parecerme un recuerdo de la subasta del Un, dos, tres.
Cuando supe que no, que aquello era verdadero, pensé que mientras algunas cosas educan nuestro gusto y nuestra sensibilidad, otras (pienso en la tele, en los medios) consiguen justo lo contrario. Convertirnos en unos descreídos y hacer que lo que es único se convierta en icono del mundo pop. No nos extrañe: desde que una lata de sopa se convirtió en arte, ya todo es posible en este mundo loco.
Recuerdo, al hilo de lo que digo, la polémica que aún colea respecto a si el hombre llegó o no llegó realmente a la luna. Me llegan ocasionales mails tratando de demostrar que fue una burda mentira, un decorado también. Banderas que ondean sin viento, extrañas marcas en el suelo de cartón, cámaras de tele reflejadas en el casco de los astronautas. Todos sabemos a qué me refiero. Pero lo peor de todo, seguramente lo más triste, es que si el hombre llegó a la luna, la luna verdadera nos parece casi una mala escenografía. Y si el hombre finalmente no llegó, la luna verdadera será, con certeza, un calco de la luna falsa que nos presentaron.
Es por eso que, en este mundo de la imagen, se nos hace cada vez más necesario convertirnos en caminantes, en paseantes, en flaneurs , no porque lo que vayamos a conocer pueda suponer una sorpresa, sino porque solamente viéndolo con nuestros propios ojos, sin cámaras y sin mediaciones, podemos descubrir en el mundo un atisbo de emoción que de otra forma ya no existe. La autenticidad, más que nunca, pasa por la mirada directa, intransferible, personal. La otra, la mediatizada, está definitivamente prostituida.
Esto no afecta solamente a las imágenes. También afecta a lo que creemos y lo que no. A la verdad de lo que nos cuentan. (Sí, ya sé, muchos insisten en que la verdad no existe, en todos esos discursos de la verdad relativa. De esta manera pueden continuar falseando verdades, manipulándolas, convirtiéndolas en material fungible.)
La muerte de Amy Winhouse me pilló de sorpresa, y ahora contaré la razón. No sentía ni simpatía ni antipatía por la muchacha. Su música no me dice nada, ni tampoco su voz. Respeto su trabajo y respeto a quienes dicen que era buena. Pero no quiero hablar de su arte. Quiero hablar de su imagen. Porque nunca me la creí. Siempre pensé que Amy era un producto. Un producto de marketing tan estudiado como los lipdubs que hacían Milli Vanilli (¿alguien recuerda a esos dos negritos que hacían play back y se hicieron tan famosos?). Algo tan falso como las proclamas a favor de la virginidad que hacía esa tonta insoportable que se llama Britney nosequé.
Siempre pensé que Amy era un producto. Que seguramente fumaba porros y se metía alguna raya, pero que exageraba ese malditismo. Había que parecerse a todos los muertos, a Kurt, a Janis, a Elvis. Había que mentir, exagerar, para convertirse en producto y poder vender. Pero tenía que haberme dado cuenta de que esta historia, por lo menos ésta, no era una invención.
Debería haberlo sospechado cuando comencé a ver a Amy acompañada de su padre en una buena cantidad de fotos. Una roquera no es una folclórica. Tanto padre debería haberme hecho sospechar. Porque Mitch, el padre, aparecía en muchas de esas fotos acompañando a su hija, llevándole la bolsa en alguno de los ingresos de la joven, agarrándola de la mano para sortear los insoportables fotógrafos, protegiéndola en suma. Sí, tanto padre en tanta foto debería haberme hecho saber que ahí había un padre ocupándose de su hija verdaderamente enferma.
La tele me ha vuelto un desconfiado. Pero a pesar de tanta impostura la vida sigue su curso, con sus triunfos y sus miserias.
(Para esta entrada estival de Grito, que más que grito es un susurro seguramente sin mucho sentido, he preferido no centrarme en indignados ni en asuntos políticos, sino descender al terreno de las pequeñas certezas familiares y afectivas que generalmente suelen tener mayor grandeza. Acabad de disfrutar el agosto.)
10 comentaris:
Claro, es lógico, si el cine y la tele cuenta la vida, es lo que da más rabia: que sea así, y que encima no haya otros intereses porque no interesa.
Yo solo espero que los mal llamados "raros" desde siempre sigan aumentando.
Cuando pueda iré a grito...
Ahora quería decirte que me alegro de tu vuelta.
Lo mejor de Amy era su arte. Lo demás no era de nuestra incumbencia. Y siempre nos muestran lo que no procede.
Ya pasé por Grito, Ramon.
¡Feliz regreso!
Hola Eastriver: Estic només a mitg gas, tinc el blog parat,però no em puc estar, de xaafardejar una mica,quan s'em presente l'Ocasió.
La pobra Ami, ha jugat amb foc y explosius, massa temps. Y ara tohom hi dirà la seva, perqué som tots una colla de massoquistes, o encara més: Som com el voltons, que espien la carroña, per llensar-se'l'hi,al damunt. Un circ tot plegat. Y si no es fa així no es fa peles, no es ven
Feliz verano amigo. A ver si a principios de curso podemos leerte con más asiduidad. Beso.
Ja et trobava a faltar Ramon. Benvingut a la llar!
Salutacions.
regresaste, Ramón,
salut!
Ramón...aunque "estoy fuera de servicio", te envio mi saludo y mi recuerdo con cariño.
Emy, a saber ¡qué infancia tuvo!
que la marcó desencadenando esta absurda rebeldia hacia ella misma y hacia la vida.
Coincido plenamente con tu post: lo verdadero "nos" lo trasformamos en "cartón/piedra".
Un abrazo
Hola Ramón!
Por dios cómo me gustaba el modo de cantar de Amy!
Qué terrible pérdida...
=,(
Baci
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