Para todos los amigos que aún no lo sepan he abandonado este blog y he abierto otro. Ahora me encuentro en Accés a Maians, lugar en el cual voy colgando las nuevas entradas y donde me gustaría encontraros a todos.

diumenge, 15 d’abril del 2012

LLUEVE EN CAMBRIDGE

En un país como el nuestro que está sucumbiendo a la desertización, que siempre tiene ese problema latente, sólo puedo entender el odio a las incomodidades de la lluvia desde la misma raíz del egoísmo humano. He visto gente que, tras tres meses sin una gota de agua, se quejaban porque se ponía a llover. Porque la lluvia resulta efectivamente incómoda, estropea los peinados, y nos entumece si tenemos una cierta edad. No, no puedo con eso, no puedo permanecer impasible a esas quejas: para mí es como si la persona se quitase la máscara amable y mostrase su rostro depredador.
En estos días que está lloviendo poco o mucho, pero que al menos llueve, me apetece traer una anécdota reciente. El verano pasado estuve en Inglaterra y descubrí una vez más la incomodidad de la lluvia pero también su generosidad. No hay día en que no caiga algo (por eso me cuesta tanto entender la mala prensa que tiene la lluvia en nuestro país: si lloviera cada día como en Inglaterra podría entenderlo). A cambio de tanta lluvia unos paisajes verdes de ensueño y mucha vida por todas partes.


Un día nos escapamos a Cambridge, que por cierto es un pueblo absolutamente aconsejable, lo mismo que Oxford. Aunque el día amenazaba lluvia (de hecho, como cada día) yo miré el cielo mediterráneamente y me calcé mis sandalias (aquí, en Barcelona, cielo encapotado no es sinónimo de lluvia). Pero llovió, vaya si llovió. Justo al salir el tren de la estación de Kings Cross comenzó a caer un aguacero espectacular. Es fácil deducir cómo acabé con los pies. También imaginar cómo me miraban maravillados los lugareños. Y también lo que llegué a reírme (¿para qué enfadarse constantemente por las anécdotas que nos depara la vida?).

Allí, en Cambridge, en plena lluvia, tras disfrutar de la visita a la capilla del King's College, vivimos uno de esos momentos afortunados. Es decir, un momento en que, si acompaña la disponibilidad de ánimo, se aparecen todas las musas de la felicidad. Caminamos hasta el puente (bridge) que pasa sobre el río Cam; está dentro de la propiedad del King's College y es un lugar ameno para el paseo y el relax de los estudiantes. No me importaban casi nada ni el estado deplorable de mis pies en sus sandalias ni que el paraguas sirviera de muy poco. Llegué al puente y contemplé el paisaje verde, intenso, las gotas de lluvia rompiendo el cristal del río, las barcas pasando por debajo del puente, alguna vaca cercana que lo miraba todo con la tranquilidad de su costumbre, la capilla del King's unos metros más allá.

Y no hubo más. Pero tampoco fue necesario. Los momentos de plenitud suelen ser así de modestos. (Y que siga lloviendo).

23 comentaris:

Cabopá diumenge, 15 d’abril, 2012  

Bonica crónica...

Ay, lo de la lluvia, por aquí siempre quejandonos de la falta de agua y cuando llueve (poco como estos días) "pues ya podía llover cuando no fueran las fiestas" que si patatín que si patatán, Ay, siempre igual.

Que no llueve a gusto de todos ni por aquí ni por ahí...

Eso de andar con chanclas y con lluvia me ha recordado un día que fuimos a Granada, era septiembre, no dejó de llover desde que llegamos hasta que volvimos-aquí casi nunca llueve- llevaba uno zapatos de verano azules (naúticos) pues volví con los pies de ese color, la broma duró una semana...

Besicos, amigo.

Txema diumenge, 15 d’abril, 2012  

Es verdad que en algunas partes no se aprecia la luvia pero en otras no es así.

He vivido muchos años en el País vasco y allí es bien recibida. Me da la impresión de que en Galicia y en las comunidades norteñas es igual.

Lo que pasa, y lo entiendo, es que tras varios meses sin llover, que caiga agua en los cuattro días de semana santa ha fastidiado a muchos. Nunca llueva a gusto de todos.

saludos

Pilar diumenge, 15 d’abril, 2012  

Ja lo dice el refrán: Nunca llueve a gusto de todos. Pero aún lloviendo sobre mojado, que llueva que llueva, la virgen de la cueva. Todo sea por evitar que se nos seque el 75 % del agua que circula por nuestro interior. ^0^

Laura diumenge, 15 d’abril, 2012  

Que tiene que llover,
que tiene que llover...
a cántaros.

Te comprendo muy bien, a mi me gusta la lluvia, son reminiscencias de mi Donosti infantil; me gusta salir a mojarme, o quedarme bajo el paraguas cuando diluvia, el olor es increíble.
Ahora lo he sentido mientras leía tu crónica. Gracias por llevarme allí.

Te abrazo.

emejota diumenge, 15 d’abril, 2012  

Cuanto me ha gustado esta entrada, por la parte que me toca, claro, ya sabes, Cambridge. Me parecía verte con las sandalias hispanas caladas por la british rain.
Es curioso, pero según venía de mi paseo diario en bici, ¡por fin puedo volver a hacerlo!, iba pensando en el siguiente post y pensaba relatar algunos momentos humildes como el has compartido pero que inflaman el corazón y ensanchan el alma de agradecimiento a la vida. Lo cierto es que tengo unos cuantos y he decidido ir tomando nota poco a poco de los que recuerde, casi siempre sola, he de reconocerlo y en comunicación con la naturaleza. Ahora mismo me pongo a ello aunque puede que la entrada tarde en salir porque tengo programadas hasta primeros de Mayo, así me da tiempo a "borrar" cualquier signo de chochez, algo muy proclive en estas circunstancias.
Y no me digas que no que si, que si se lo noto a mis contemporaneos una servidora no se libra, ja,ja, Ahora ya me dirijo a mis hijos diciendoles; "Te había dicho ya que.... ", de tan frita que me tenían con "mamá eso ya me lo dijiste antes..." luego me convertí en bloguera a ver si me espabilaba un poco ;).
Por cierto lo de Asturias sigue en pie, y no te olvides que también es verde y llueve mucho y se come mejor que en Inglaterra. Petó.

MAMÉ VALDÉS diumenge, 15 d’abril, 2012  

Nunca me gustó la lluvia, pero está claro que la necesitamos, cuando hice el Camino de Santiago una semana entera estuvo lloviendo, imagínate lo incomodo que era hacer de 20 a 30 kilómetros diarios, mojado y con las botas llenas de barro, y lo peor sin ropa seca, estaba claro que era las últimas etapas y estábamos en Galicia y como Inglaterra es sinónimo de lluvia, un saludo.

Dilaida diumenge, 15 d’abril, 2012  

Me encanta la lluvia y me encanta dormirme con el ruído que produce al caer sobre las tejas.
Por desgracia la mayoría de las veces me tengo que conformar con el ruído que hace en el patio de luces, al caer sobre el tendal de la ropa. Me gusta pasear cuando está cayendo suave, me pongo un impermeable con su capucha y me siento muy bien aunque al final termine mojada.
Bicos

Pakiba dilluns, 16 d’abril, 2012  

Ya dice el refran"que no llueve nunca a gusto de todos",pero el agua es la vida,sin ella no podríamos vivir. Bonito viaje.

Montserrat Sala dilluns, 16 d’abril, 2012  

Bon dia Ramón: Es veritat que pels paissos, mediterranis, com el nostre, la pluja es sempre un depropòsit. Senzillament, perque no hi estem gens acostumats.
I sort que en tenim de sol i de temps sec.
Mirat desde el punt de vista ecològic, es fatal. La desertització, es un perill real. Cert.
Contrapunt? es sempre el turisme que ara com ara es el nostre princpal font d'ingressos. I que nomes busque aixó: sol i platja.
el meu punt de vista es favorable a la ecología. A mí m'agrade moltíssim
que plogui moderadament i sovintet.

Montserrat Llagostera Vilaró dilluns, 16 d’abril, 2012  

hola Ramón.
Un reportatge molt bonic, sobre la pluja i el teu viatge a Londres.
Saps si que seria d ´agrair que plugués, perque la terra s´está quedan molt reseca.
Però ja saps "Nunca llueve a gusto de todos".
Bé t´envio una abraçada desde una
Valencia nuvolosa i amb humitat, pero que de moment no plou, Montserrat

mariajesusparadela dilluns, 16 d’abril, 2012  

Que lleva, Ramon, que llueva, aunque sea sobre mojado...

Pluvisca dilluns, 16 d’abril, 2012  

Que guapada de entrada de veras. Y es que el egoismo, diria yo más bien la mezquindad humana sobrepasa toda ficción

La lluvia molesta claro, pero aún molesta más quedarse sin agua o pagar el doble por una verdura por no llover...enfin, que nos quejamos sin parar a pensar lo que estamos diciendo.

Conozco Inglaterra pero no Cambrige,( mi hijo trabajó un año allí y decía lo mismo que tu) La foto que has puesto del la barquita con el paraguas es preciosa.

Un año, en verano, fuí a Inglaterra y estuve viendo un torneo medieval bajo la lluvia...todo un espectáculo.

Mojarse en verano es todo un placer y la risa nos hace ensanchar el alma.


Petons

genetticca dilluns, 16 d’abril, 2012  

Aquí, en nuestro norte, también llueve día si día también,sobre todo en Asturias; igual en nuestro pirineo catalán.
El verde es siempre verde, porque el poder de la lluvia supera la sequera del sol.
Nos quejamos por vicio, porque desconocemos el auténtico valor del agua, olvidamos que somos líquido en un 80 por ciento.
A mi me mola ,porque la cisterna de casa se llena, porque salen setas y se riegan las plantas.
me encanta pasear cuando llueve y ese olor a tierra mojada que sustituye a la del polvo.
En Brasil, la lluvia es tropical, más que gotas son cubos de agua que caen durante media hora y después, como si nada, el sol se bebe el suelo y la vegetación exagera su encanto.

Un abrazo Ramón

Lluís Bosch dilluns, 16 d’abril, 2012  

Los días de lluvia tienen algo mágico y triste, melancólico. Quizás porqué llueve poco, me gusta aprovecharlos. Dejándome mojar un poco para después ver la lluvia caer tras los cristales.
Aprovecho la ocasión para decirte que te he dedicado el post de hoy, en cumplimiento de una promesa hecha en febrero.

Montse dimarts, 17 d’abril, 2012  

La típica conversación de los ascensores "Qué día más malo hace hoy",cuando llueve, claro, yo la escucho como si estuviera todo el día para arriba y para abajo con el ascensor.
Con mis client@s de la panadería es lo que más escucho, y encima tengo que responder a cada uno como si fuera la única persona que me lo ha dicho en todo el día, parezco un disco rallado, jajaja, pero eso sí, procuro contestar a cada uno de manera personalizada, mis clien@es son personas, no números (como en la Caixa, vamos).
¡Lo peor es cuando entran con el paraguas abierto! "Si es un momento", me dicen.
Pero gracias a los días lluviosos, casi siempre tengo algún paraguas que se deja alguien y que nunca reclaman ¿?
Estoy de acuerdo, que llueva todo lo que quiera, ¡menos los sábados por la tarde, que tengo fiesta!
Un abrazo.

Duendes dimarts, 17 d’abril, 2012  

Hola mi precioso,
siempre un placer pasar por tu rincon y leerte tus reportajes .....
miles besitos.

nocheinfinita dimarts, 17 d’abril, 2012  

Te acabo de imaginar, todo empapadito pero disfrutando de la belleza :)
Y es cierto lo que dices, aquí nos quejamos por 4 gotas que caen al año.

Besos

ARO dimecres, 18 d’abril, 2012  

Yo disfruto con la lluvia, me encanta verla caer "tras los cristales"; y cantar en voz baja aquello que Serrat cantaba "llueve, detrás de los cristales, llueve y llueve..."

SEMA MIRANDA dimecres, 18 d’abril, 2012  

Me quedo con el momento corto pero intenso que vivistes, tambien yo soy así. Un abrazo

Anònim dijous, 19 d’abril, 2012  

Siempre me gusta como describes los pequeños momentos. Posees un don que sabes trasmitir con pasión aquello que vives. Yó, encantada de acompañarte, en tus paseos, en tus viajes, en tus momentos...

Sue dijous, 19 d’abril, 2012  

Qué bonito es Cambridge, aunque a lo mejor tanta lluvia al final cansa. Como todo.
Recuerdo la lluvia intermitente de Navarra, de la zona fronteriza con francia, perdón, Francia y los colores de la vegetación. Parecían pintados con rotulador. Nunca ví tantas gamas de verde. Ni en Asturias (lo siento).

Precioso todo.

Estas fotos de Cambridge me lo han recordado.

:)

Thornton dijous, 19 d’abril, 2012  

Esos momentos de plenitud casi siempre devienen cuando estamos muy bien acompañados.

Un abrazo.

Isabel Martínez Barquero diumenge, 22 d’abril, 2012  

Los momentos de plenitud son inefables y la lluvia esconde en su esencia un algo místico que nos acerca a ellos. Quizá se trate de que nos lleva a la contemplación y a vaciar nuestra mente de todo pensamiento, lo mismo que cuando miramos el mar.

Estoy contigo: tiene que llover, es necesario.

Besazos.

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