AFA
(Las fotografías de este post son, lo mismo que las del anterior, dispersas imágenes de la Navidad en Barcelona)
Siempre me ha horrorizado lo de divertirse por decreto ley. Este aspecto parecía que la gente no se lo planteaba: nadie protestaba y todo el mundo parecía divertirse muchísimo (y si no se divertían se emborrachaban).
Cuando conocí a mi gran amiga Susana encontré un ser muy parecido a mí en muchos aspectos. Me lo pareció nada más conocerla, y no estaría yo muy equivocado si tenemos en cuenta que hoy, más de veinte años después, sigue formando parte de mi círculo de gente más querida. Sí, nos parecíamos en muchos aspectos: baste poner como ejemplo que ella también odiaba los fines de año. De hecho, los odiaba tanto como yo.
Lo del AFA fue idea suya, no quiero quitarle el mérito. Ese fin de año decidimos juntarnos con unos amigos pero no íbamos a celebrar un fin de año al uso. ¿Qué celebrábamos entonces? ¿Qué se puede celebrar la noche de fin de año que no sea el fin de año? Pues un Anti Fin de Año, dijo Susana, un AFA. Nos reunimos con más gente y tratamos de ser sencillamente poco usuales. Bebimos y brindamos, eso sí, pero no porque fuera fin de año sino porque siempre nos gustó beber un poco.
La vida ha pasado, Susana y yo nos hemos hecho ¿adultos? sin dejar de ser amigos. La vida ha transcurrido para ella y para mí. Pero los AFAS vinieron para quedarse, al menos en mi caso ( y creo que en el suyo también). Cada vez que vivo un AFA vistoso le escribo luego y se lo cuento. ¿Qué tal el fin de año?, nos preguntamos días después. AFA total.
Mi AFA más radical fue un año en que tenía una ligera faringitis con unas décimas de fiebre que no me hubieran impedido ir a la cena que tenía programada. Disculpé mi asistencia y me metí en la cama rodeado de libros mientras iba pensando que se estaba de maravilla y que aquel AFA era plácido pero no menos bueno. O el año pasado, qué gracioso estuvo el AFA en París... Las luces de la Tour Eiffel se encendieron de golpe, todo el mundo dijo Bone Année, descorcharon alguna tímida botella, se fundieron en algún abrazo rápido, luego un beso, para finalmente darse la vuelta y meterse en la boca del metro. Un AFA inesperado. Mi pareja y yo volvimos al hotel paseando mientras París no paraba de sonreírnos. Yo iba pensando, ya verás cuando le cuente a Susana que estos franceses han adoptado el Anti Fin de Año con tanta fe.
De corazón y para todos: feliz AFA y feliz 2012.