UNA LECTURA
Observo en prensa y televisión que, desde España, se interpretan los resultados de las elecciones catalanas en clave básicamente española. Evidentemente se trata de una lectura sesgada e interesada. Es posible ver, claro, un ascenso del PP y un descenso acusado del PSC. Eso existe, y supongo que responde, en parte, a lo que ocurre en la política española. Pero hay bastante más.
En Catalunya son muchos los enfadados con el PSC. Parte de culpa es de la crisis, pero no toda (desde el propio PSC se ha reconocido esto). La tozudez socialista ha hecho que, desde diferentes sectores, haya personas enfadadas con las políticas cotidianas. Los socialistas generalmente han actuado con engreimiento e intransigencia en algunos aspectos. Han mantenido posiciones férreas y antipopulares, porque siempre han presumido de tener experiencia de poder. Esas posiciones han costado mucho dinero extra al erario público y han reportado una cierta antipatía al proyecto socialista catalán, francamente poco dialogante. No hablaré de autovías del litoral, de túneles, de infraestructuras, porque se desconocen estas pequeñas polémicas fuera. Además, hay también un enfado de base. Si ZP fue presidente en buena medida por el apoyo entusiasta del electorado catalán, ¿dónde estaban Chacón y Corbacho cuando muchos catalanes salimos a la calle en julio? ¿Sólo se nos quiere para apoyar a ZP? ¿Para cuándo el grupo parlamentario propio? ¿Era necesario que Montilla se resistiera a ponerse tras una pancarta que rezaba que Catalunya era una nación? ¿Se es una nación solamente cuando lo permiten desde Madrid? Son esas pequeñas cosas que, sumadas, terminan justificando el hartazgo.
La caída tremenda de ERC puede explicarse, entre diversos factores, por el monumental enfado de los republicanos a causa del apoyo del partido a los socialistas en 2006. Recuerdo que cuando Montilla fue proclamado President algunos republicanos se paseaban por la calle con un pin-senyera en la solapa junto a un lacito negro. Me pareció una exageración descomunal. Lo fuera o no, ellos no lo han olvidado. Y naturalmente, dejando de lado los votos de Esquerra que han ido a CIU, otros tanto se han juntado al proyecto de Laporta. Es el voto independentista enfadado con sus padres.
Algo indiscutible es la derechización del panorama político. O el resultado notable de los fascistas y racistas de Plataforma per Catalunya. Yo soy de los que piensan que si se hacen cosas mal hay un sector que se rebela. Y se rebela de forma ignominiosa, desde luego, porque son unos nazis. Que tomen nota todos y que hagan las cosas bien para que semejantes partidos no crezcan. Pero están ahí y, como decía hoy Ciber, "Ojo".
Observo también una polarización notable entre dos bloques de los que prácticamente nadie habla: por un lado el grupo de partidos constitucionalistas (PP, PSC y Ciutadans) y del otro los nacionalistas (cada vez más independentistas porque, claro, el nacionalismo acaba siendo independentista; CIU, ERC y Solidaritat). Los nacionalistas han pasado de sumar 69 escaños en 2006 a los 76 actuales. Si el gran logro del tripartito fue mezclar ambas tendencias, lo cual era bueno para España aunque España no se enteró, el fracaso del tripartito ha exaltado la polarización. El voto nacionalista se intercambia (nadie duda que parte del voto de ERC ayer fue a parar a CIU) y se agudiza (el propio Mas se ha definido como independentista). También se intercambia en el otro grupo (¿cuántos votos socialistas del cinturón rojo de Barcelona se han pasado al PP?). Y en medio de ambas tendencias IC, que pretende también cambiar la constitución y evolucionar hacia el federalismo (y que tampoco sería, por tanto, exactamente constitucionalista).
Cuando leo los titulares madrileños, que hablan solamente de Rajoy y de ZP, pienso que se están perdiendo parte de la película. Probablemente porque no la quieren mirar. ¿Se vieron en España las esteladas de la gente que aplaudía a Mas? En El Mundo y ABC la imagen de cabecera era Mas y señora ante lo que parecía sospechosamente una rojigualda (naturalmente era una senyera convenientemente recortada). Ellos van a lo suyo: que si los socialistas se derrumban, que si los populares están a un paso de la Moncloa. Es lo de siempre: a los periféricos se nos quiere solamente para fortalecer su feudo. No solamente no se nos entiende sino que además se utiliza nuestra voz para afianzar posiciones. Nos usan y luego nos leen como quieren. Es una muestra más de la falta de respeto que como catalán percibo.